lunes, 25 de enero de 2010

Será siempre... Algarrobo


Mi Algarrobo de infancia, mi litoral central,
con tu olor a pino, a eucalipto, a papas fritas del hoyo,
a brisa marina  y bronceador, con gritos de fondo...
pan de huevooo, maní-barquillo-cuchuflí,
a la isla a la isla, al canelo-canelillo.

Tus churros rellenos, algodón de azucar, y tus helados
(y don Moncho… lo de siempre? Menta bañado en chocolate).
Tus palmeras, pero no de aquellas.
De las tuyas, las autóctonas, las de dulce caramelo,
doradas, crujientes.

Tantos recuerdos,
de ferias, de libros baratos (que hoy ya no lo son tanto),
de rocas donde corríamos, saltábamos, nos perseguíamos,
(cochayuyo en mano los pequeños salvajes... el "latiyuyo").
Tantas noches de lectura, de verano, de festival y cartas.
Cumpleaños en febrero... con amigos, y torta de galleta.
Días de bicicleta, de escondites, casas en los árboles,
y la resina de algún pino, pegajosa,
adornando siempre mi cara, mi cara de mono.
Arañas, culebras, alacranes (lo se... era un niñito).

Tardes perdidas en tus juegos,
(profanados hoy por una sucursal de banco)
un pacman, una rana, un autito lanza humo
(y aún resuena en mis oídos su melodía).
Y mi madre, en la maquina del rincón, imbatible,
con una sola ficha... la reina del tetris!
Y más noches de playa, de fogatas, de frío en la espalda,
de arena en los zapatos (sacúdete antes de entrar al auto!).

Paseos repetidos, más nunca repetitivos.
Cuantas veces visitamos esa peña, la peña blanca
(mejor ni preguntes por qué es blanca).
Algarrobo norte y sus olas salvajes,
la puesta de sol (donde mejor que en Mirasol)
y vamos a Isla negra mamá. Si, otra vez
(que me hace falta una inyección de poesía).

Tantos años, y vuelvo (como siempre)
y sigues ahí, en tu versión de siglo 21,
tratando de parecer moderno (nunca!)
Con más edificios, menos calles de tierra,
mega construcciones y piscinas gigantes
sobre tus dunas de Algarrobo norte,
las mismas donde me deslizaba en un cartón,
una y otra vez, arriba y abajo.
Un upgrade a mi pueblo de infancia.
Más tu esencia es la misma,
tu olor a pino y eucalipto siguen inalterables,
y no puedo creerlo… aún existe la residencial Vera!

Y sonrío al bajarme del bus,
cuando reaparecen todos los recuerdos,
cargados de tonos rojizos
(ya sabes, como en las fotos de los 80’).
Y vuelvo a ser la niña con chapes en el pelo,
como en esa repetida foto, comiendo fonzies,
o la con cara de mono, llena de resina.
Y entiendo que nunca dejaré de visitarte,
Algarrobo de mi infancia,
Algarrobo de mi exilio…
siempre voluntario
            siempre necesario

y cada año más... disfrutado.



miércoles, 20 de enero de 2010

Relativo a la relatividad

Como entender que alguien me diga que las estrellas binarias (mis perfectas keplerianas) son aburridas, y tener que escuchar después una charla de una hora sobre... asteroides?
Asteroides!!! Basura espacial, los escombros de la creación, rocas sin siquiera la esférica forma de la perfección, flotando inertes en la nada, muertas. (Lo sé, lo sé... no flotan)
Y termina una charla más, otra en la que me he refugiado en mi propio mundo, y para mi asombro, hay preguntas. Es cierto!!! hay gente interesada en el tema, gente con curiosidad por las... ¿rocas?

Y una vez más, confirmo la relatividad de lo interesante, de lo aburrido, en todo sentido.
Y me voy a casa, a lo definitivamente no aburrido... para mi.

miércoles, 13 de enero de 2010

:)

Simplemente, hoy estoy feliz :P

jueves, 7 de enero de 2010

Taconazos en mi cabeza

Los tacones deberían estar prohibidos, al menos dentro de la casa. O quizás todos los zapatos. Quizás deberíamos seguir el ejemplo de los chinos y sacarnos los zapatos al entrar. ¿Que te crees, que lo hacen por higiene? No señor, es porque son dos mil millones de seres humanos apiñados en un solo país, y han evolucionado al punto de darse cuenta, que tienen que tratar de joderse lo menos posible. Porque una mujer en tacones, caminando sobre un piso flotante, puede joder como no te imaginas al pobre vecino de abajo. 8 de la mañana y me despierta un desagradable sonido, una especie de eco martillando en mi cabeza. Tardo unos segundos en reaccionar… los tacones de mi vecina de arriba, como tantas otras veces. Puedo imaginarla trajinando como enferma por toda la casa, buscando las últimas cosas antes de salir. Que se le perdieron las llaves, que donde está la billetera, el celular, la tarjetita vip, una última cepillada de pelo… y yo que anoche me acosté a las 4. No, no andaba de fiesta, no tenía invitados, ni una buena conversación telefónica, ni siquiera una por chat. Simplemente tengo el horario dado vuelta desde el año nuevo y se me fué la hora viendo videitos de youtube y comiendo un litro de helado de menta. ¿Y que? Si estoy de vacaciones, y por primera vez en años puedo hacer con mi tiempo lo que se me de la gana.
Al fin se escucha la puerta, y los tacones que ahora resuenan en el pasillo hacia el ascensor. Y trato de seguir durmiendo, justo a la hora que empiezan con las obras de reparación de la calle fuera de mi casa.